Durante dos semanas cada verano, Wimbledon se convierte en el epicentro del tenis mundial. Pero más allá del césped y las raquetas, existe un ícono gastronómico que resume la esencia del evento: las fresas con crema. Un postre sencillo que ha trascendido su sabor para convertirse en símbolo cultural de uno de los eventos más elegantes y tradicionales del mundo deportivo.
Lo que debes saber
- Wimbledon vende más de 150,000 porciones de fresas con crema cada año.
- La tradición inició en 1877 junto con el primer torneo.
- En 2025, el snack cuesta £2.70, tras 15 años sin alzas.
- Refleja el estilo de vida del verano británico: elegante, natural y estacional.
- Se considera un ícono cultural tan relevante como el propio torneo.
Un ícono británico nacido en 1877

La relación entre Wimbledon y las fresas con crema data desde la primera edición del campeonato en 1877. En aquel entonces, el All England Croquet Club ofrecía este postre como parte de un “servicio especial” durante los escasos meses soleados en Londres. La mezcla se volvió infaltable en partidos de cricket y fiestas de jardín en la era victoriana, reflejando el estilo de vida del verano británico.
Ya en 1889, los londinenses consumían más de 12 millones de fresas por día durante la temporada estival. Un estadístico incluso sugirió que, si estuvieran disponibles todo el año, los británicos gastarían más en fresas que en educación. Esta tradición estacional —tan esperada como fugaz— se convirtió con el tiempo en un gesto de identidad nacional.
Wimbledon 2025: el postre sigue reinando

En la edición actual del torneo, el club mantiene viva esta costumbre. Las fresas con crema siguen siendo el snack más vendido, con más de 150,000 porciones consumidas. El precio, a pesar de la exclusividad del evento, es sorprendentemente accesible: £2.70 por ración. Subió desde £2.50 en 2024, siendo el primer ajuste de precio en 15 años, lo que refleja también su valor simbólico.
Mientras una cena en los restaurantes del club puede superar las £130, este humilde postre ofrece una experiencia asequible y cargada de historia. Representa el contraste perfecto entre el lujo deportivo y la sencillez británica. Un bocado, una historia y una postal del verano.
Un ritual que conecta pasado y presente

Como el hot dog en el béisbol estadounidense o el mate en el fútbol sudamericano, las fresas con crema se han convertido en parte del ritual emocional de Wimbledon. No es solo una tradición: es una forma de reconectar con lo auténtico, con lo estacional, con lo que tiene historia. En tiempos donde la instantaneidad domina, este pequeño lujo nos recuerda que esperar también tiene su encanto.
Para muchos asistentes, probarlas es casi un acto ceremonial. Y mientras el tenis evoluciona con tecnología y nuevos talentos, las fresas con crema se mantienen firmes como el sabor atemporal del Grand Slam británico.