Las deportaciones masivas en Estados Unidos están teniendo un impacto silencioso pero profundo en el deporte, especialmente en jóvenes atletas migrantes que ven truncadas sus oportunidades de desarrollo y crecimiento en disciplinas como el béisbol, fútbol, boxeo y atletismo.
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Cada año, cientos de deportistas muchos de ellos de origen latino y caribeño, incluidos dominicanos son afectados por decisiones migratorias que interrumpen sus estudios, sus entrenamientos y su participación en ligas escolares o universitarias.
«Mi hijo tenía futuro en el béisbol. Era parte del equipo del colegio, pero cuando deportaron a su padre, decidimos regresar por miedo. Todo lo que habíamos construido se vino abajo», comentó vía telefónica una madre dominicana residente en Nueva York.
El miedo también ha cambiado la dinámica en muchas comunidades. Algunos padres evitan inscribir a sus hijos en torneos o academias por temor a exponerse ante las autoridades migratorias. Otros atletas jóvenes dejan de competir si los partidos implican viajar fuera de su ciudad.
Según expertos, este clima de inseguridad afecta no solo el desarrollo deportivo, sino también la salud mental de los jóvenes. El deporte, que muchas veces representa una vía de integración y superación para migrantes, se ve limitado por las barreras legales.
Además, el impacto llega hasta el nivel profesional. Aunque menos frecuente, hay casos de atletas de alto rendimiento con dificultades para renovar visas o permisos laborales, lo que podría afectar su permanencia en ligas como la MLB, la MLS o la NBA.
FIFA y otras entidades alzan la voz
El tema ha llegado también al plano internacional. Organismos como la FIFA han enfatizado en sus más recientes congresos la necesidad de que el deporte mantenga su esencia como herramienta de inclusión, sin barreras migratorias que limiten la participación. La entidad ha respaldado iniciativas para proteger a jóvenes futbolistas en condición de refugiados o migrantes, instando a las federaciones nacionales a desarrollar programas que garanticen su continuidad deportiva.
En Estados Unidos, aunque algunas organizaciones han creado ligas inclusivas y ofrecen asistencia legal a atletas migrantes, aún existe un vacío institucional para proteger a quienes ven en el deporte su única vía de progreso.
Fanáticos ausentes por miedo
Además del impacto sobre los atletas, las deportaciones también están afectando directamente a los fanáticos migrantes. En varias ciudades de Estados Unidos, comunidades latinas incluidos muchos dominicanos han expresado temor a asistir a partidos, especialmente en estadios ubicados en zonas donde hay presencia de agentes migratorios. Algunos reportes señalan que aficionados han evitado eventos deportivos por miedo a ser detenidos al ingresar o salir de los recintos.
Esta situación se hizo visible recientemente durante el partido amistoso entre Ecuador (La Tri) y Estados Unidos, jugado en territorio estadounidense, donde se reportó una baja asistencia de público ecuatoriano. Medios internacionales atribuyeron esta ausencia al temor de muchos migrantes sin estatus legal de ser identificados y deportados en eventos masivos. La falta de respaldo en las gradas no solo afecta la atmósfera del juego, sino también el impacto económico y social del deporte como espacio de integración.
Estados Unidos ha sido históricamente un destino donde el talento migrante ha florecido en el deporte. Figuras dominicanas como Pedro Martínez, David Ortiz y muchos otros encontraron allí una plataforma para triunfar. Hoy, la realidad migratoria hace que para muchos jóvenes ese camino se vea cada vez más difícil.
Organizaciones deportivas y educativas han pedido una mayor atención a este tema, promoviendo políticas que protejan a los atletas en situación migratoria vulnerable. Mientras tanto, entrenadores y familias siguen luchando por mantener viva la esperanza de que el deporte siga siendo un espacio de igualdad y oportunidades.