El béisbol le ha dado fama, reconocimiento y muchas victorias, pero si hay algo que llena de orgullo a José Ramírez, tercera base estrella de los Guardianes de Cleveland, es llevar dos títulos que trascienden el terreno de juego: ser hijo y ser padre.
En cada batazo, en cada jugada espectacular, José lleva consigo la enseñanza de su papá, aquel hombre que, con humildad y esfuerzo, lo llevó a los campos polvorientos de San Cristóbal para enseñarle los fundamentos del juego… y de la vida. “Mi papá me enseñó que el respeto, el trabajo duro y la fe son más importantes que cualquier jonrón”, dice con emoción.
Pero hoy, además de ser ese hijo agradecido, José también es padre. Y en sus hijos encuentra una nueva fuente de inspiración. “Ahora entiendo muchas cosas desde otro lugar. Uno quiere darles lo mejor, pero sobre todo quiere ser ejemplo, como mi papá lo fue para mí”, comparte.
Aunque su agenda como pelotero de Grandes Ligas es apretada, Ramírez busca cada espacio para estar presente en la vida de sus hijos. Ya sea con videollamadas antes del juego, celebraciones familiares en el receso de temporada o enseñanzas sencillas como montar bicicleta o compartir una comida, su paternidad es tan apasionada como su forma de jugar.
Previo al mes de los padres, José Ramírez honra a su progenitor, agradece por las raíces que lo formaron y abraza con orgullo su papel de guía para la próxima generación. Porque antes de ser estrella de MLB, es un hombre de familia. Y en eso, también es grande.
