La NBA está repleta de atletas extraordinarios que durante sus etapas en el instituto o incluso en la Universidad destacaron en distintas disciplinas.
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Llegado el momento, tuvieron que elegir y se decantaron por el baloncesto, pero habrían podido brillar en otros deportes. Quién sabe si alcanzando también el estrellato o algún peldaño más abajo.
Uno de esos deportistas privilegiados es Anthony Edwards, jugador franquicia de los Timberwolves e internacional estadounidense presente en el último Mundial.
El escolta de 1,93 metros parece convencido de que podría jugar en la NBA y en la NFL. «Creo que podría ser el primero», dijo durante una charla con el humorista Marco Summers en el programa ‘Open Thoughts. A sus 22 años, desde luego, tiene tiempo para hacerlo.
Edwards se ha convertido ya en una estrella de la NBA. En lo que va de temporada promedia 26,1 puntos, 5,9 rebotes y 5,1 asistencias y tiene a los Wolves liderando la Conferencia Oeste con un balance de 11-3, mejorado en toda la Liga por los Celtics.
Sin embargo, el escolta tuvo un pasado en el fútbol americano que también invitaba al optimismo.
Durante su infancia, Edwards jugó como running back, quarterback y cornerback. Con 10 años era considerado como uno de los mejores proyectos de Estados Unidos. La influencia familia pesó demasiado. Sus hermanos mayores jugaban al baloncesto y él consideró que era un deporte más divertido.
Cambió el balón marrón oval por el naranja redondo y ahora es uno de los jóvenes llamados a dominar la mejor Liga del mundo en los próximos años. Por ahora, asegura que debe «manejar los negocios en la NBA» y viendo el inicio de temporada de los Wolves, piensa en grande: «Queremos ganar un campeonato». Después, ya se verá.
